Tocas mi boca.
Con un dedo tocas su borde y vas dibujándola como si por primera vez mi boca se entreabriera,
y basta cerrar mis ojos para hundirme y ahogarme en un mar de deseo y anhelo.
Haces nacer una y otra vez la boca que deseas, que ansias, de forma suave, delicada, un cosquilleo,
y es cuando abro mis ojos y distingo por encima de Tu mano, en Tu cara, una sonrisa diabólica.
Me miras, cerca, cada vez más cerca, nos miramos cada vez más de cerca
y los ojos se agrandan, llenos de furia contenida,
se acercan entre sí,
y nuestras bocas se encuentran,
nuestras lenguas luchan tibiamente mordiéndonos los labios,
mientras ellas se acarician, se empapan.
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta prohibida,
y Tu me sientes temblar contra Ti como el reflejo de la luna en el agua.
Y si nos mordemos el dolor es dulce,
y si nos ahogamos es breve,
y si sobrevivimos volvemos a morir de nuevo por ese dulce dolor.
0 comments:
Post a Comment